sábado, 24 de julio de 2010

"DURMIENDO BAJO LAS AGUAS"



Talavera la Vieja...Talaverilla... Bajo las aguas tristes duermen sin sueño muros de adobe, dinteles de granito, tejas de barro reducidas a su primera condición. De ellas estaban forjadas viviendas, calles, casas públicas, caminos… Un pueblo como cualquier otro, pero sumergido por un embalse. Y los peces bajan flores a los difuntos el día de Todos los Santos porque también sus dos cementerios, el nuevo y el viejo, quedaron anegados, sin compasión. Los últimos vecinos irreductibles, sorprendidos mientras dormían por la inundación, salieron de Talavera la Vieja con el agua lamiendo las ruedas de los camiones

Hoy, más de cuarenta años después, las promesas de progreso son solo una balsa de agua quieta. Y ni siquiera una inscripción advierte al viajero qué es este templo romano con el que se topa, de dónde procede y porqué permanece tan callado en este solar junto al pantano, lejos de donde, en el siglo II, se alzó para venerar a los dioses

El templo de aquella Augustóbriga romana, exiliado piedra a piedra, permanece cariacontecido, rumiando a solas su melancólico triunfo sobre el tiempo. Compartió suerte con la picota, pero no tuvieron tanta ayuntamiento e iglesia, condenados por su altura, que denunciaría al emerger sobre las aguas el hundimiento de aquel fortín de recuerdos, de sol, espiga y deseos, que, al fin y al cabo, es para cada uno su lugar de nacimiento

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